martes, 31 de julio de 2007

Saviola i el monorail



Un dels meus episodis favorits dels Simpsons és aquell en què el poble d'Springfield, en assemblea, ha de decidir què fer amb un bon grapat de calers que han aconseguit després que Joan Gaspart Burns hagi de pagar una multa milionària per la contaminació de la seva central nuclear. Després de debatre unes quantes opcions més o menys útils, els ciutadans acaben llençant els diners finançant la construcció d'un monorail inútil. El motiu? un xarlatà, que els va vendre de manera impecable totes les virtuts del producte, va amenaçar de dur la seva oferta al poble rival, Shelbyville. La resposta va ser immediata: el xarlatà es va embutxacar els tres milons de dòlars de què disposava Springfield. No cal dir que l'invent va acabar en desastre, només salvat en última instància per una acció heròica del gran Homer.


Doncs bé, Ramón Calderón, aquest estiu, ha estat l'Springfield de torn. Ha fitxat un jugador, Saviola, només pel plaer i el morbo que aquest ha pertangut les últimes temporades al seu gran rival, el Barça. Des de Madrid, aquesta contractació es vol vendre com una jugada mestra, com un gran cop al barcelonisme: s'ha fitxat un jugador a cost zero i que a més gaudia de l'afecte de l'afició del Camp Nou. És, diuen, una jugada comparable a la de Florentino Pérez amb Figo o la de Mendoza amb Laudrup, però no és així. Ni de bon tros.


Saviola, a diferència d'aquest dos casos, no va triomfar mai a Can Barça. Els seus representants, veritables genis en l'art de col·locar sardines a preu de marisc, es van aprofitar de la feblesa i la necessitat de Joan Gaspart (el de debò, no el Sr. Burns) i el van fer pagar 4.500 milions de pessetes per un marrec de 20 anys que prometia, però res més. La seva cara de nen bo i la seva actitud impecable, unides a una bona primera temporada, van conquistar el Camp Nou, però després la seva estrella es va anar apagant. Ni tans sols en les dues cessions a equips menors, com el Mònaco o el Sevilla (no se m'enfadin els andalusos, però és cert) va poder ser titular habitual i demostrar la seva suposada vàlua com a davanter golejador. Amb la fitxa indecent que cobrava -indecents ho són totes, però la seva encara més per la relació sou/rendiment- el més intel·ligent que va poder fer el Barça va ser deixar-lo marxar i que se n'anés a enganyar a algú altre. I aquest altre, oh, sorpresa! ha estat el Reial Madrid.


Saviola no és tonto. És, com de vegades demostra a l'àrea, molt murri, i ja s'ha ficat l'afició blanca a la butxaca prometent 20 gols aquesta temporada i assegurant que ja ha oblidat el seu passat blaugrana. D'aquí a 5 mesos, en tornarem a parlar. Pronostico un Saviola suplent, amb poc protagonisme i superat fins i tot per jugadors com Soldado. És clar que ell no obrirà la boca, sempre correcte. Ell i els seus representants ja han fet la feina, signant un sucós contracte amb Don Ramón. Si després el monorail descarrila, que se'n vagin a demanar a explicacions a un altre. Homer Simpson Schuster haurà de fer mans i mànigues per evitar un fiasco sonat. Al temps...


viernes, 27 de julio de 2007

El día de la Marmota



Suena el despertador. Me levanto, después de remolonear cinco minutos entre las sábanas. De camino a la ducha, pongo la tele. En el programa matinal, los presentadores parecen las personas más despiertas del mundo. Están excitados: algo va mal en Barcelona. Como voy con prisas, no me entero, no sé si es la luz, el aeropuerto, el tráfico, porque ha volcado algún camión en una arteria básica de la ciudad, o bien que se ha vuelto a colapsar el servicio de trenes de cercanías. Algunos afectados llaman en directo al programa. Por teléfono, muestran su indignación por el desastre, mientras el presentador, con esa pinta de telepredicador ilustrado, asiente e inmediatamente después de despedir la llamada, lanza a los contertulianos la pregunta del millón: "¿a quién hay que pedirle responsabilidades?" Aburrido de buena mañana, cambio a una de esas cadenas tan enrolladas que, entre anuncio y anuncio de créditos fáciles y reunificaciones de deudas, programan un concurso chorra (ver "¿Dónde está la bolita?") para ganar 200 o 300 euros.


Después de pasear a la perra, cojo el coche y me voy a trabajar. En la emisora de noticias 24 horas, los políticos hacen las primeras valoraciones al desastre del día. Los de la Generalitat culpan al Gobierno central de la falta de invversiones. Los de la oposición, en cambio, critican la poca previsión de Montilla&Co y les acusan de estar a las órdenes de Madrid. Los afectados por el caos, mientras tanto, siguen colapsando las centralitas de cualquier medio que les quiera escuchar.


La mañana avanza. Ojeo el periódico del día y me encuentro con lo de siempre en la sección de internacional: Sarkozy yMerkel quieren desbloquear la Unión Europea. Atentado con coche bomba (o suicida, va a días) en el centro de Bagdad con una veintena de muertos. Bush sigue con la pugna con el Senado por la retirada de las tropas. Protestas en Afganistán o Pakistán por parte de los islamistas radicales. Lo de siempre, vamos.


Mediodía. En el Telediario, Zapatero promete por enésima vez que la situación en Catalunya (léase Barcelona) cambiará, anuncia más inversiones e insiste en que se investigarán a fondo las causas del desastre del día, para que no vuelva a pasar. Un minuto más tarde, Rajoy aprovecha su cuota de pantalla para acusar al Gobierno de incompetente, a la vez que, en un rocambolesco giro dialéctico, consigue sacar de nuevo a debate la desmembración de España, el diálogo con E.T.A. y la asignatura de educación para la Ciudadanía. Su mamporrero, Ángel Acebes, en rueda de prensa, asegura que el Ejecutivo está ocultando datos importantísimos a les españoles y exige una comisión de invertigación en el Congreso. Cambio a los Simpson. Me da la sensación que se repiten menos.


Media tarde. Leo en las ediciones digitales de los periódicos que un hombre, en algún rincón de Valencia, Extremadura o Cuenca, ha matado a su mujer y luego se ha pegado un tiro en la cara. Continúan las inevstigaciones por corrupción urbanística en numerosos ayuntamientos del Estado. Los inputados, ediles y promotores, lo niegan todo. En la noticia de al lado, los expertos avisan que, algún día, el precio de los pisos comenzará a bajar. Más a la derecha, otra nota avisa de un nuevo incremento del Euríbor. Yo, que vivo de alquiler, no puedo reprimir una leve sonrisilla...


Al llegar a casa, tropiezo con el programa de corazón de turno en la tele. Paquirrín, que es un putero, tiene una nueva novia. La gente se escandaliza cuando se descubre que la muchacha no es más que una golfa. Se llena una hora de debate mientras se exprimen tres minutos de imágenes de la pareja, que se repiten una y otra vez. El presentador, entre grito y grito de sus colaboradores, consigue anunciar que por la noche, en un "documental" especial, se revelará un gran secreto de un famoso que lleva años criando malvas.


Llega la noche. El Telediario sigue dándole vueltas a lo que ha pasado por la mañana. El presentador, guapo como él solo, repite las noticias que me he perdido al mediodía por ver Los Simpson. Un par de cayucos han llegado a las Canarias, se esperan más en los próximos días. Lentamente, llegan las notícias deportivas. Uno de los cracks del Barça asegura, en rueda de prensa, que todos son compatibles, y que está encantado de compartir vestuario con sus compañeros. En el Madrid, Calderón se llena la boca de promesas que, o son imposibles, o le acabarán resultando extremadamente caras. Han pillado otro ciclista yonki, él dice que es una víctima, mientras que los directores de equipo reclaman los mismos controles en el resto de deportes. Rafa Nadal sigue ganado en tierra batida. Pues vale. En la sección de cultura, el estreno de la última película de dibujos animados (para adultos, claro, transgresora y divertida, pero a la vez apta para el consumo masivo de la chiquillada) y la nueva obra de teatro de Calixto Bieito o Sergi Belbel (los dos únicos autores en el Universo, creo) amenizan los últimos minutos del Telegiornale.


Me voy a la cama con mi pequeña radio, para conciliar mejor el sueño. En El Larguero, José Ramón de La Morena entrevista a Fernando Alonso, Andrés Iniesta y Luis Aragonés. Me quedo dormido, pensando que la vida es un triste bucle. Mañana será otro día. O no.

martes, 24 de julio de 2007

Ganas de matar aumentando...



Me considero un tipo pacífico, aunque sólo sea por cuestiones puramente pragmáticas (en cualquier pelea, por mis características físicas, tengo un 70% de posibilidades de recibir una buena zurra), pero hay un lugar en el que la mala leche concentrada que hay en mí se libera, cual Papá Furioso Homer. Estoy hablando del coche, ese instrumento del diablo que saca lo peorsito que hay en nosotros, para que nos arranquemos los ojos los unos a los otros.


No es que sea entrar en el vehículo y que automáticamente mi piel se vuelva verde, como la del amado padre de família Simpson. Lo que pasa es que hay una serie de comportamientos que me sacan de quicio y me hacen aborrecer la raza humana. Suerte que esto no son los U.S.A y que no llevo una pipa en la guantera, que si no, ya habría dado con mis huesos en Alcalá Meco. Ahí van unos cuantos ejemplos. Os animo a que ampliéis el catálogo vosotros mismos:


-El Garrulo Fantástico: No suele tener más que un Seat León o un Hyundai Cupé (tuneados, eso sí), pero el ser en cuestión se cree en posesión de la máquina más perfecta y potente del Universo. Siempre tiene prisa, ya sea para ir a buscar a su novia al Mercadona o para ir al parque y juntar su pajarico con el de sus otros colegas para que canten. Sus años de experiencia en la carretera a los mandos de una Chuspino trucada con un tubo Metra Kit le convierten en un as del eslálom, los acelerones y la conducción temeraria. El mayor placer es cerrarle cuando te intenta adelantar por la derecha y hay un coche parado en doble fila a 15 metros. Orgásmico.


-La Disco Móvil: Suele ser una variante del especimen anterior. Su radiocassette tiene suficiente potencia como para funcionar de servicio de megafonía del Camp Nou. El garrulo lo sabe y por eso, en las calles de un solo carril o zonas peatonales, se dedica a la noble y agradecida tarea de evangelización musical. Los hay de tres tipos: el makinero (el pionero, un clásico que nunca pasa de moda); el "Bisbalero" -homosexual reprimido, sin duda; nadie en sus cabales puede estar orgullosos de que le guste "Bulería" o "Corazón Latino"- y el Latin King de pegatina, con el reggaeton a toda pastilla (música simple para gente simple, proclamo). El único antídoto posible es, yendo de peatón o conduciendo, no mirar hacia el coche, aunque te retruene toda la caja torácica con los bajos de la música. El killoconductor se sentirá confundido por unos segundos y puede que, en el próximo semáforo, suba un poco más el volumen hasta quedarse sordo del todo.


-El Bicivolador: De pequeño, aquella peli me marcó, aunque poco sospechaba que, un par de décadas después, llegaría a maldecir aquel tipo de comportamiento temerario sobre las dos ruedas. El bicivolador se suele concentrar en Barcelona, esa gran urbe cosmopolita, capital del buen rollo y del mestizaje. Suele ser un ecopijo con gran conciencia social, que ha decidido no contaminar más que a sus compañeros de oficina (oficina creativa, eso sí, que hay un nivel) con su peste a alerón sudado. Su comportamiento ecológico le otorga una especie de superioridad moral que deriva en una serie de privilegios prohibidos al resto de los mortales, tales como circular indistintamente por aceras y calzada, ignorar toda clase de improperios y, sobre todo, pasarse por el forro de los caprichos todos los semáforos. Cada vez que, parado en un cruce, un ciclista me pasa por la derecha y sigue su camino como si nada, repito un mantra que algún día se cumplirá: "ojalá pase un trailer de 18 ruedas sin frenos ahora mismo". Sí, soy malo, ya lo sé. Deténganme.


-Mamá Conductora: Solían ser personas normales antes de tener hijos, pero una estraña mutación durante el parto (quizás, producto de la anestesia) convierte a la simpática y pizpireta conductora de un Opel Corsa o similares en un auténtico peligro al volante de un monovolumen o, sobre todo, un 4x4. Futo de esta mutación, estas señoras perciben la carretera de otra maneray, sobre todo, las normas de tráfico, como en el caso de un Bicivolador, adquieren un significado mucho más relativo. Su afición más común es colapsar las áreas colindantes a un colegio o guardería (es decir, prácticamente toda la ciudad, hay escuelas en casi todas las calles) con sus vehículos en doble o triple fila para ir a buscar a sus retoños. Se ve que con el carnet de paternidad (si es que lo hay) te dan una tarjeta de inmunidad aparcantil, porque si no, no me explico la pasividad (o colaboración directa, en muchos casos) de la guardia urbana. El extra point es, por la mañana, quedarse en la granja de al lado del cole charlando alegremente al calor de un cortadito con el resto de las mamás, mientras el Cherokee, el Pajero o el Cayenne de turno sigue obstruyendo el tráfico al compás de las luces de emergencia. Este especimen suele estacionar por el mítico sistema de "aparcar de oídas", muy gracioso cuando el Jeep va coronado por detrás por una bola de enganche para una caravana inexistente.


-Prudencios: Son tipos entrañables, amables, gente de bien que sólo tiene un defecto: se tomaron demasiado a pecho aquella canción de: "Precaucióooon, amigo conductooooor, que la senda es peligrosaaaaaa". Tienen tendencia a circular a 100 por hora por el carril central de la autopista (inutilizando así el de la derecha, y obligando a adelantamientos temerarios) y normalmente suelen ser coches de domingueo ocupados con papá, mamá, hijos, abuela y loro. O son sordos, o han aprendido a no hacer ni puñetero caso de los pitos y los insultos del resto de conductores. Otro de sus lugares favoritos son las rotondas: primero meten el morro del coche tímidamente. Cuando crees que no pasarán y te relajas, y cuando te encuentras a tan sólo un par de metros de distancia, cierran los ojos, deciden que el mundo es de los valientes y pisan el acelerador. La situación se resuelve con un frenazo simultaneo y con los dos cohes parados en medio de la rotonda. Si les miras a los ojos pidiendo explicaciones, pondrán cara de besugo y se encogerán de hombros. Ni Steve Urkel con su "¿He sido yo?" resultaba tan tierno.


-The Aparkeitors: Son víctimas del Síndrome Media Market (ver este blog, dos entradas más abajo). A la hora de aparcar, tienen una gran táctica: distribuyen a cuantos ocupantes llevan en el coche por el barrio, cual gorrillas, a la caza de un sitio. Después de unos minutejos, ya tienen el problema del párking resuelto, generalmente por la esposa del conductor que, previamente, se ha tenido que encarar a dos o tres coches que intentaban ejercer su libre derecho a ocupar ese pedazo de cielo llamado sitio libre. Si la plaza es susceptible de poder acoger a más de un vehículo, estos lumbreras ya se encargan de dejar su coche justo en el medio, para que ningún otro coche pueda rayárselo en la maniobra. Si yo tuviera madera de justiciero, saldría con una navaja de Albacete a "decorar" todos estos coches de arriba a abajo. Pero como soy un rilao, escribo y me muerdo las uñas en silencio.


Nada más, os invito a completar la lista, que quedan muchos más casos por describir...

viernes, 20 de julio de 2007

Todos Moros



Hace ya más de un año, el mundo musulmán se puso en pie de guerra por culpa de las caricaturas que un periódico danés hizo de Mahoma. Islamistas radicales (y moderados) se rasgaron las vestiduras al ver a su profeta representado, algo que ellos mismos no aceptan. En una de ellas, la más famosa, Mahoma llevaba una bomba en el turbante, en clara alusión a la vinculación entre los musulmanes más extremistas y el terrorismo.


La cosa se convirtió en una bola de nieve: protestas en la calle, quema de embajadas, crisis diplomáticas... todo porque se había producido un conflicto cultural que aún no ha quedado resuelto del todo.


La reacción en Europa a estas protestas fue casi unánime, más allá de la corrección política de los más cautos: defensa encarnizada del diario y del caricaturista, en aras de la libertad de expresión que, supuestamente, en este continente, más civilizado, disfrutamos día a día. Curiosamente, los medios conservadores fueron los más más beligerantes en esta batalla dialéctica. Con la palabra Libertad en la boca, los líderes de opinión de centro-derecha defendían las caricaturas y el derecho a publicarlas.


Bien, pues parece que no somos tan modernos como pensábamos. Hoy, en pleno 2007 (era cristiana, no se me enfaden), en España se ha producido un episodio que da que pensar sobre la libertad de expresión en este Estado. Resulta que uno de los jueces estrella del país, el juez Del Olmo, ha secuestrado la edición de esta semana de la revista El Jueves. ¿El motivo? Lo podéis ver en la foto de esta entrada del blog. Aparecen el Príncipe Felipe y su mujer, Letizia, practicando el sexo y el chiste hace alusión a la vagancia de toda la estirpe borbónica y a la promesa de Zapatero de dar 2.500 euros por cada niño recién nacido. Los medios más conservadores, esta vez, curiosamente, parece que se han olvidado de su tan amada Libertad de Expresión; ahora lo que se lleva son los límites razonables y la Lealtad a la corona.


O sea, a ver si me aclaro: se puede atentar contra lo sagrado (ya sea del mundo musulmán o del cristiano, estamos tan cansados de ver caricaturas de Jesucristo que ya ni reparamos en ellas), pero no podemos reirnos del hijo del sucesor de Franco como Jefe de Estado (nombrado por él directamente, no nos olvidemos) y su mujer, una presentadora de televisión divorciada que encontró en la Zarzuela su retiro dorado. Pues vale.


Ni soy religioso, ni soy monárquico, así que si se me permite, si hace un año y pico los musulmanes que protestaban eran unos moros de mierda radicales, según más de uno, los que ahora han puesto el grito en el cielo por una portada son, sin miramientos, unos putos fachas. O todos moros, o todos cristianos. O la Libertad de Expresión sirve para poder relativizarlo todo (y la burla es la mejor manera) o bien aquí no hace broma ni Dios. Pero que nadie haga las leyes según le convenga, o según no moleste a los que, relamente, parece que mandan todavía en este Estado.

martes, 17 de julio de 2007

La síndrome Media Market





No siguis tonto. Sigues més llest que la resta. Sigues el més espavilat. Aquesta és la línia mestra de la campanya publicitària del Media Market, la gran cadena d'informàtica i electrodomèstics que ha colonitzat gran part del territori estatal, però podria servir per resumir la filosofia de vida de l'homo hispànicus. Allà on van es pot reconèixer perfectament un habitant de les Espanyes només per la seva manera de comportar-se. És la síndrome Media Market. La necessitat de ser més llest que la resta.


Escric això després de passar 10 dies fent el guiri a Itàlia. En aquestes vacances, he vist més museus i més runes que en tota la meva vida, per no parlar dels quilòmetres i quilòmetres que he fet a peu, escenificant aquella imatge entranyable de l'estranger perdut, mirant els noms dels carrers per on passa mentre mira de trobar-los al mapa que porta desplegat a la mà. Doncs bé, en els dies "culturals", he pogut acabar fins els nassos del comportament typical spanish del turista ibèric. Vet aquí uns quants exemples del behaviour hispànic:


-Nostra Senyora del Colze: La cua d'entrada era als Museus Vaticans era quilomètrica, semblava que no s'acabava mai. El visitant sabia que, d'entrada, li esperava una hora de fila abans d'entrar a les immenses instal·lacions de l'amic Ratzinger. La gent, amb resignació, s'hi posava i mirava de matar el temps xerrant i observant els companys obligats de viatge. Ens va tocar una família de nordamericans aris (immensos, grassos, amb pinta de ser socis d'honors de la NRA), un parella argentina, una família filipina, amb carro de nen inclòs i... el típic matrimoni espanyol de mitjana edat. Ella, amb un vestit de flors horrorós, una gorra i unes bambes blanques, ideals per a la caminada bestial que els esperava. Ell, bermudes del Coronel Tapiocca, un polo gris, mitjons blancs fins als turmells i mocasins. Deliciós. El clima era de bon humor, de paciència, i tots sabíem que no calia guardar una fila estricta, ja que hi entraríem tots més o menys alhora. Tots? NO! La senyora espanyola, que des del minut zero ja s'estava queixant de la longitud de la cua, va arribar a fer servir els colzes contra la Maria, la meva xicota, perquè, quan encara quedava més de mitja hora de cua, havíem gosat passar per endavant en una d'aquelles arrencades sobtades de la fila. No contenta amb això, va esbroncar el marit per no haver defensat la posició, davant la mirada de sorpresa de la resta de penitents. El millor, però, va ser un cop vam entrar (tots alhora, com ens esperàvem) al museu: la parella es va separar i cada cònjugue va ocupar una fila per comprar l'entrada per, després, unir-se en la que avancés més ràpid. Lògic: després d'una hora llarga d'espera, trenta segons són vitals, no? Cal ser més que la resta sempre...


-Rociíto i espós: Per fí hem arribat a les estances vaticanes. Durant la visita, és permés de fer fotografies, però sense flaix. Un cop arribés, però, a la Capella Sixtina, es prohibeix fer qualsevol mena de foto o grvació. Hi ha un cartell ben gros a l'entrada; nombrosos guàrdies de seguretat s'encarreguen d'anar-ho recordant i, cada cinc minuts, el sistema de megafonia explica, en tres idiomes diferents (incloent-hi l'espanyol, of course) les normes especials de la sala. Doncs bé, just després de sonar aquestes advertències, se'ns acosta una parella jove, d'uns vint-i-sis, o vint-i-set anys. Ella, cabell arrissat de perruqueria, top blau marcant pitrera (i molles, tot s'ha de dir) i pantalons de cintura baixa. Ell, alt, moreno amb pentinat de garrulo de patilla fina i samarreta ajustada. Oloren a espanyol pels quatre costats. El noi treu la càmara i comença a fotografiar sense cap mena de miraments El judici final, mentre somriu, pensant en com vacil·larà amb els seus col·legues. El somriure, això sí, dura poc: un dels vigilants se l'endú pel braç i amenaça de fer-lo fora. El xicot es posa blanc, guarda la càmara mentre s'excusa amb un cínic "es que yo no lo sabía, no me he enterado", que no convenç ningú. El guàrdia, empipat, decideix deixar-lo estar. Un cop ha marxat, el noi es gira cap a la seva xicota i diu: "joder, cómo se ponen, esta gente, tsck, si sólo eran dos fotos". És clar, dues fotos que només ells, més llestos que ningú, tenien dret a tenir.


-La cúpula de Babel: L'espanyol mitjà creu que, un cop ha passat els Pirineus, ningú el pot entendre i que pot parlar a crits amb els seus amics, fent burleta de la gent sense cap problema. Pujant a la cúpula del Duomo, després d'haver superat més de 400 esglaons, vam arribar per fi a l'últim tram de l'escala, molt estret i que serveix tant per pujar com per baixar, causant les lógiques cues i embussos que la gent supera amb sentit comú, educació i civisme. Just quan estem pujant aquest tram, sentim un crit des de dalt: "Eh, eh, stop, stop, please!". Automàticament, ens aturem, per veure què passa. La noia que havia cridat diu llavors: "¡venga, hombre, dejad de subir,que queremos bajar! A ver, bonita, si te quedas ahí enmedio, no hacemos nada, jejeje..." La cara de la bromista va canviar quan la Maria va respondre amb un directe "Oye, pasaré si me da la gana, graciosa". S'ha de ser curt per pensar que, pel fet de no estar a la teva terra, et pots posar amb la gent sense perill a que t'entenguin.


Aquests són només tres exemples, però de ben segur que tots us heu trobat amb algun cas semblant si heu anat de viatge a algun lloc farcit de compatriotes. Allà on van, exporten el seu leitmotiv: Jo no sóc tonto, Sóc més llest que la resta.

jueves, 5 de julio de 2007

La Tripica de Proust




Vaig pujar a l'habitació. Els dos llits estaven tapats, esperant que, com cada estiu, algú els ocupés durant una temporada. Enmig, la tauleta (que deu tenir un milió d'anys d'antiguitat) continuava igual que sempre, mig coixa. M'ho vaig pensar dos cops, però finalment vaig tenir el valor per obrir els seus dos calaixos.


Va ser com obrir una bústia del temps. El primer que em vaig trobar va ser l'Especial Vacaciones de "El Jueves"... de l'any 1998! El vaig fullejar, molt per sobre, i sorprenentment, encara recordava molt dels seus acudits, de tants cops que els he llegit. Immediatament, vaig veure'm a mi mateix, amb 19 anys, estirat a l'hora de la migdiada sobre aquell mateix llit, deixant passar l'estona, rient amb el "Para tí, que eres joven", o "La Parejita". Ara, ja fa un parell d'anys que he deixat de comprar la revista.


Vaig baixar de nou al menjador. La casa tindrà uns 150 anys, i realment ha patit molt poques reformes al llarg de la seva història. Per tant, ens trobem amb una estança austera, amb una cuineta de gas, una pica, una taula i sis cadires, i poca cosa més. Ni un miserable sofà per veure la tele petita que fa fa gairebé 20 anys que vam importar de Barcelona. Vaig girar el cap i, per un moment, em vaig veure, amb 12 anys, enganxat a la tele, intentant ajustar l'antena per poder seguir en directe les aventures de Miguel Indurain al Tour de França, mentre amb la mà dreta aguantava el transistor per on José María García i el seu equip em cantaven a crits l'etapa del dia.


Vaig sortir al carrer. A l'altre costat de la via, els camps han anat cedint espai a la construcció de casetes, però encara puc veure aquells bancales on em deixava els genolls als 10 anys, jugant a futbol amb la resta de nens del Camino de Hellín. Els arbres continuen oferint una mica de treva al sol implacable de la Meseta castellana, i l'aire calent segueix fent la mateixa olor a sec que sempre. Els records em colpegen, implacables, mentre decideixo agafar el cotxe i fer un tomb pel poble.


Passo per la plaça on, cada matí, anava a comprar el meu Sport. Com a bon culé a l'exili, necessitava estar al dia dels fitxatges que preparava el meu equip de l'ànima. La papereria ja no existeix. Sí que segueix igual, en canvi, la porxada on seia per fer-hi una primera ullada: Van Gaal, més a prop del Barça; Ronaldo, flamant fitxatge de l'Inter; Figo, des de l'Algarve, assegurant que aquesta serà la seva temporada, que farà frapar la gent al Camp Nou...


Segueixo la ruta. Ja fa una estona que Los Planetas omplen el meu cotxe de música. M'aturo i canvio el CD. Als pocs segons, l'estrident inici de "Serve the servants", la cançó que obre l'"In Útero", de Nirvana, em transporta de nou pel túnel del temps. Em veig a mi mateix passejant pel carrer Gran, estrenant look rebel: la meva mitja melena, treballada al llarg de tot l'hivern; la meva perilla de quatre pèls mal comptats, la meva samarreta negra, les meves sabatilles d'skater... amb els que esperava tenir èxit amb les noies el cap de setmana. Em miro pel retrovisor. Això que tinc al voltant dels ulls són arrugues? El meu pentinat no pot ser més impersonal, ara mateix. Abaixo el volum, de sobte m'ha agafat una mica de vergonya.


Arribo al carrer dels pubs. Els més mítics continuen oberts. D'altres han tancat. D'altres han obert amb un altre nom. És llei de vida. Probablement, a la nit, sortiré a fer una copa amb els meus amics per la zona. És clar que ja no serà el mateix. Un d'ells ja té un fill. L'altre, està casat de fa quatre anys. N'hi ha un parell que continuen com sempre, anant a fons els caps de setmana, però jo ja no els puc seguir el ritme. Passa una dona. La seva cara em sona. El cos, no tant. Va ser un d'aquells affaires d'estiu de fa molts anys. Ara, s'ha convertit en una senyora amb cos de senyora que passeja pel carrer amb el seu marit. Probablement m'hagi reconegut, perquè irònicament, m'he anat aprimant amb els anys, però no ens diem res. Quant fa d'allò? 10 anys, 11? Em sento cansat. Torno cap a casa.


Més tard, em reuneixo amb els vells amics per prendre cafè i, per un moment, res no ha canviat. En Juanjo, en Leandro, en César, en Roque... tots riem recordant anècdotes de velles borratxeres. Com aquella nit que em va donar per abraçar-me a la nevera i cantar, al costat del radiocassette, tot el "Nevermind", mentre ells m'intentaven treure del local de casa del Roque i marxar a la zona de bars... o aquella altra, en què tots quatre ens vam ficar pel camp a tota velocitat amb l'atrotinat Peugeot 505 de Leandro, amb les finestres obertes i cridant...

Els quatre dies a Tobarra se'm van passar volant. Vaig marxar tristot, però content alhora, per tots els records, per tots el moments que, de sobte, havia tornat a reviure. I, quan m'enyoro molt, sempre em queda fer-me un entrepà amb la llonganissa d'allà. La tripica, com diu la meva àvia. Si Proust hagués passat algun cop per La Manxa, us asseguro que no hagués utilitzat la magdalena per recordar el temps perdut. Ho hagués fet assaborint un bon entrepà de tripica, com aquells que em menjava cada capvespre, de marrec, quan me n'anava, tot mudadet, amb els meus amics cap a la Fira del poble. Com el que em prepararé aquest vespre a la salut de tota aquella gent que veig molt de tant en tant, però que em segueix considerant un amic de debò.






¿Dónde está la bolita?




Si hay algo que me apasiona de las vacaciones es poder quedarme (sin remordimientos) a ver la tele de madrugada. Gandulear en el sofá, con un vasito de agua helada y comiendo porquerías me transporta a aquellos larguísimos veranos que empezaban en Sant Joan y acababan con la Liga y la Champions ya en funcionamiento. He cambiado la cama plegable, la tele pequeña y el ordenador de mi habitación de chaval a mi sofá, mi televisor en condiciones e incluso el Digital +, pero la esencia sigue siendo la misma: poner el cerebro en "modo a prueba de fallos" y dejar pasar el rato por el simple placer de saber que al día siguiente te puedes levantar a la hora que quieres.


Lo que sí que he podido comprobar que ha cambiado ha sido la programación de las grandes cadenas, en especial las privadas. Una noche de verano, con un poco de suerte, podías tropezarte con un episodio repetido de alguna serie en reposición, al estilo de "Calor Tropical" (algún día he de escribir sobre Nick Slaughter, ese gran hombre) o con el enésimo pase de alguna película picantona, como "Fuego en el cuerpo", "Amantes" o "Sangre y arena". Actualmente, con las emisoras locales emitiendo softcore a todas horas y con las series ocupando el papel de productos estrella, las cadenas han optado -casi todas- por ejercer de trileros modernos, a la caza del pardillo insomne.


Probablemente, los programas a los que me refiero sean los primeros en recorrer el camino de las televisiones locales a la generalistas, y no al inrevés, como acostumbra a pasar. Son aquellos espacios como "Buenas noches y buena suerte", que consisten en que un par de presentadores (pinta de buscona de discoteca poligonera ella; pinta de metrosexual de gimnasio de barrio él) hablen y hablen sin parar para instar a los espectadores a llamar a un 806 para resolver pruebas que hasta Homer Simpson con un chute de heroína sería capaz de superar. Me escandaliza que haya personas tan idiotas (o tan desesperadas) que se dejen timar de esta manera. Que se pasen minutos y minutos colgados de la línea -mientras los presentadores hablan y hablan sin parar- para conseguir, en el mejor de los casos, entrar en antena y sentirse afortunados porque se llevan un puñado de euros.


Hace tiempo que las cadenas de televisión pasan, o eso dicen, por apuros económicos, y está claro que la competencia cada vez es más grande y más feroz, pero quiero creer que existen otros métodos menos vergonzosos para obtener unos ingresos extra. Por ejemplo, volver a la mítica Teletienda. Y no, no me refiero al tipo ese calvo con cara de pederasta que nos intenta empaquetar un equipo informático HP con una sonrisa maliciosa. Me refiero a los clásicos: el juego de cuchillos Ginsu, el Pump&Seal, el Abdominazer... puestos a que te intenten timar, que lo hagan con gracia. Que, si te tienen que sacar el dinero, como mínimo que no les cueste tan poco esfuerzo como poner un panel, una línea de telefóno sacacuartos y dos postadolescentes con dotes de feriante a ocupar horas y horas de madrugada.