martes, 25 de septiembre de 2007

Esa cara me suena...







Ocurrió el lunes. Estaba medio dormido en el sofá, sedado por mi dosis habitual de CSI (en este caso, de Nueva York, liderados por el gran Teniente Dan), cuando de repente pegué un pequeño brinco al verlo. No podía ser. Era él. John Connor de Terminator 2, el hermano pequeño de Edward Norton en American History X, se había convertido en un personaje secundario en uno de los capítulos de la tercera franquicia de la serie de médicos/investigadores/sabelotodos que pone Tu Pantalla Amiga. Dios, qué triste...

El hombre, además, estaba francamente muy desmejorado. Se parecía más a Steve Buscemi que a sí mismo, con una barba rala de una semana y una barriga (sí, he dicho barriga) que denotaba una dejadez alarmante. Una vez asimilado el golpe, me paré a pensar en que igual este hombre no había trabajado en ninguna peli que valiera la pena desde hace casi una década. Y que de algo tiene que vivir. Y como una cosa lleva a la otra y ya me había despejado, me puse a hacer zapping por el resto de cadenas, llevándome, casi de inmediato, otro tremendo sopapo visual.

En una de esas emisoras locales que emiten videoclips antes del horario del porno softcore, tres chavalitos afroamericanos (negros menauers, vaya) embutidos en unos chándals de táctel de colores chillones y ataviados con unas americanas blancas con hombreras perseguían a una adolescente -afroamericana también, of course- mientras le cantaban: "I neeeeeeed youuuuuu" en formato Betacam. Eran los B.V.S.M.P., angelitos negros de ida y vuelta en los ochenta.

¿Y todo esto, a qué viene? Pues muy sencillo: al fracaso y esa oscuro e irremediable impulso que me lleva a pensar en todas aquellas personas y personajes del mundo del espectáculo y del deporte que iban para figuras y ahora mismo deben estar trabajando, con suerte, de reponedores en el equivalente de su país al Mercadona. Los hay a miles. Es un campo con infinitas posibilidades...

Por ejemplo, siguiendo con la senda abierta de afroamericanos cantarines y ñoñas, mis pensamientos se dirigen hacia aquella versión "black people" de los grupitos de chicos, los Boyz II Men. Después de un par de años de exhibir sus gorgoritos y sus excelentes modales por toda América, desaparecieron, para el bien de la música. En el lado opuesto, malos malosos y con unos añitos menos, estaban los Kris Kross, aquel par de raperos preadolescentes que se hicieron famosos (sic) por llevar sus monos tejanos del revés. En cuanto les creció bigotillo, dejaron de hacer gracia y ahora deben estar fumando crack en Philadelphia, como poco.

Los raperos siempre han sido una gran cantera para el apasionante mundo de las estrellas fugaces. En los ochenta, para que los niños blancos de colegio de pago también se pudieran sentir peligrosos, surgió el gran Vanilla Ice, que versioneando una canción de los Queen (actualmente, banda sonora de un anuncio de La Caixa, en formato cuarteto de cuerda) llegó al olimpo de las carpetas de las quinceañeras. Tras un escarceo sexual con la Madonna más ligera de cascos, y una película -"Cool as Ice"-, se derritió para siempre. Aunque, años más tarde, otro blancucho con nombre helado, Snow, reivindicó el white power con una canción en la que amenazaba de muerte al chivato que le envió al trullo: "Informer". Mmm... chico malo....

Pero no sólo el rap ha producido nombres tan célebres como esos. La canción pop romántica es, de lejos, el mejor vivero para los ídolos efímeros. Especialmente simpáticos me parecen los Bros, aquellos dos hermanitos rubios con veinte pendientes en cada oreja que cantaban que querían ser famosos, o el grandísimo Glenn Medeiros, que con aquel gatito erizado en la cabeza aullaba (en inglés y español, ojo al dato) que nada iba a cambiar su amor por tí. ¿Y qué me dicen del guapísimo Chesney Hawkes, que aseguraba ser "The one and only", o de Matt Bianco, que le daba el toque canalla al sunto con su "Don¡t blame it on that girl". Seguro que alguna lectora (si es que las hay) ha tenido algún cassette o foto del Súper Pop de alguno de ellos en su cuarto.

El imaginario cañí también tiene sus grandes productos de consumo y olvido rápido, especialmente en verano. Porque, ¿alguien se acuerda de los míticos Puturrú de Fuá, que con su "No te olvides la toalla cuando vayas a la playa", nos dio la brasa hasta la hartura? ¿Y los Zapato Veloz, qué deben estar haciendo? ¿Arar el campo con su "Tractor amarillo"? En verano, sólo los más grandes, como Giorgie Dann o King África sobreviven a un solo éxito...

Pero volvamos al romanticismo. ¿Nadie se puso tonto aguna vez con el gran dúo Platón? Aquel piano despertó los primeros sueños eróticos de toda una generación de jovencitas. Por no hablar de los Viceversa, que le dedicaron toda una glosa a "Tu piel morena"... los más alternativos/siniestrillos/ambiguos tuvieron su cuota con los indescriptibles Niños del Brasil y sus "Curvas del placer".... el peinado del cantante era de manual de Llongueras de los tardíos ochenta.

Pasaré de puntillas por el fútbol, tema muy sobado en este blog, pero no sin antes recordar grandes promesas azulgranas como Haruna Babangida, que decía tener 15 años cuando en realidad esperaba la llegada de su primer nieto, Nano, que con 17 años firmó un contrato de 100 kilos por temporada y ahora es suplente en el Cádiz, Sergio Santamaría, mejor jugador de un Mundial juvenil que ha acabado en Segunda B, o el entrañable Lucendo, una excelente persona (no es broma, le conozco) y máximo exponente de las idas de olla del gran Cruyff.

Y la tele... merece un post aparte., pero no me quiero ir sin recordar a la pequeña Judy, de Cosas de casa, que pasó de ser una tierna niñita vecina de Steve Urkel a protagonizar películas porno. Por cierto, el gafotas empollón no ha muerto, Jaleel White sigue vivo, pero vete a saber dónde ha acabado. Igual comparte piso con Kike, el hermano mayor de Farmacia de guardia, que está en "panadero" desconocido. O con su hermano pequeño postizo, que, tras alargar un poco más su carrera en Compañeros y hacer de hijo de El Fary, debe de estar apurando las últimas gotas de su cartón de Don Simón del desayuno.

Lo dicho: queda pendiente otro post de grandes desaparecidos del mundo de la tele. Esos que, con resignación torera, tienen que escuchar, un día sí, y otro también, la frase: "Oye, tu cara me suena..."

lunes, 17 de septiembre de 2007

L'or de Moscou



La selecció espanyola de futbol sempre ha estat una gran font d'alegries. Reconec que quan era petit em deixava portar i era un seguidor més dels Zubizarreta, Julio Alberto, Gorriz, Maceda i companyia, però després, un cop ja vaig tenir prou coneixement, he gaudit de valent amb cada derrota i eliminació de "La Roja" en els grans esdeveniments futbolístics mundials i continentals. És a dir, cada dos anys. Especialment deliciós va ser el moment de l'eliminació de l'Eurocopa'96, per penals davant de l'Anglaterra del gran David Seaman (la vaig veure al mític Bar Provençals infiltrat, envoltat de garrulos amb el xandall de la mili) i la del Mundial del 2002, amb el no menys gran Al Ghandour i Corea del Sud eliminant els Camatxoak boys als quarts de final.


En canvi, la selecció de bàsquet era un equip que havia mantingut la meva simpatia, fins fa ben poc. Els Epi, Sibilio, Corbalán i companyia m'havien fet gaudir de petitet, i amb aquells bons records vaig seguir l'equip fins fa ben poc. Fins que van començar a guanyar coses. Llavors, ni tans sols el fet que hi hagi molts jugadors catalans a la selecció ha estat capaç de crear-me'n una opinió positiva. Perquè el que era un grup humà simpàtic, humil i treballador, es va convertir, gràcies als mitjans de Madrid, en "La ÑBA", en un dels pilars del "orgullo patrio", juntament amb Rafa Nadal, Jorge Lorenzo i Fernando Alonso (mort a aquests dos últims, ja, My God!); van aparèixer les samarretes del "Torito" i La Sexta va començar a donar la brasa fins a límits inhumans... en poques paraules, el bàsquet va agafar el lloc del futbol en l'imaginari de l'ultranacionalisme espanyol.


Ahir, aquests nois ho tenien tot de cara. Jugaven a Madrid, la capital del Imperio; el pavelló estava ple com un ou, amb convidats tan il·lustres com el Príncep i la seva dona (tranquils, no es va cremar cap foto ni es va distribuir cap exemplar d'"El Jueves"), ZP o el seu antecessor i senyora -la gran realització de la cadena d'en Milikito ja es va encarregar prou de mostrar-los a cada poc-; el públic cantava allò tan amistós i futbolero de: "a por ellooos, oeeeeeee"... però ni així. Un rus negre (de San Petersburg, com a mínim) va fer la cistella decisiva del partit a dos segons per al final. I Pau Gasol va fallar l'últim llençament, el que se suposava que havia de posar un punt final de pel·lícula al campionat.


Doncs jo me n'alegro. Ja n'estic tip, de tot aquest nacionalisme agressiu dels comentaristes esportius. D'aquella primera persona del plural tan suada i perillosa. D'aquell meyspreu irracional envers el rival, sigui d'on sigui, i aquella sospita permanent a l'actuació arbitral quan no beneficia els interessos de l'equip o esportista de torn. Ahir, mentre tornava cap a casa en cotxe de la feina, em vaig espantar del to ferotge i rabiós del Paco Jó, de la Cadena SER, un home al qual jo tenia per moderat després d'escoltar-lo al "Larguero", però que ahir es va treure la careta definitivament. Fins i tot es va arribar a picar breument amb Paco González, director del "Carrussel Deportivo", quan aquest va gosar fer una observació mínimament objectiva a pocs minuts per al final, quan s'ensumava la remuntada russa. Lamentable.


Arribaran nous caps de setmana, els espanyolets tornaran a treure pit per un Gran Premi, o un campionat de tennis, però jo ja tinc un nou record més amb què combatre tota aquesta allau de "patriotisme constitucional". Tinc un petit tresor: l'or de Moscou. I com aquest, en vindran més, molts més... el pròxim, aquest estiu. Toca Eurocopa!