viernes, 27 de julio de 2007

El día de la Marmota



Suena el despertador. Me levanto, después de remolonear cinco minutos entre las sábanas. De camino a la ducha, pongo la tele. En el programa matinal, los presentadores parecen las personas más despiertas del mundo. Están excitados: algo va mal en Barcelona. Como voy con prisas, no me entero, no sé si es la luz, el aeropuerto, el tráfico, porque ha volcado algún camión en una arteria básica de la ciudad, o bien que se ha vuelto a colapsar el servicio de trenes de cercanías. Algunos afectados llaman en directo al programa. Por teléfono, muestran su indignación por el desastre, mientras el presentador, con esa pinta de telepredicador ilustrado, asiente e inmediatamente después de despedir la llamada, lanza a los contertulianos la pregunta del millón: "¿a quién hay que pedirle responsabilidades?" Aburrido de buena mañana, cambio a una de esas cadenas tan enrolladas que, entre anuncio y anuncio de créditos fáciles y reunificaciones de deudas, programan un concurso chorra (ver "¿Dónde está la bolita?") para ganar 200 o 300 euros.


Después de pasear a la perra, cojo el coche y me voy a trabajar. En la emisora de noticias 24 horas, los políticos hacen las primeras valoraciones al desastre del día. Los de la Generalitat culpan al Gobierno central de la falta de invversiones. Los de la oposición, en cambio, critican la poca previsión de Montilla&Co y les acusan de estar a las órdenes de Madrid. Los afectados por el caos, mientras tanto, siguen colapsando las centralitas de cualquier medio que les quiera escuchar.


La mañana avanza. Ojeo el periódico del día y me encuentro con lo de siempre en la sección de internacional: Sarkozy yMerkel quieren desbloquear la Unión Europea. Atentado con coche bomba (o suicida, va a días) en el centro de Bagdad con una veintena de muertos. Bush sigue con la pugna con el Senado por la retirada de las tropas. Protestas en Afganistán o Pakistán por parte de los islamistas radicales. Lo de siempre, vamos.


Mediodía. En el Telediario, Zapatero promete por enésima vez que la situación en Catalunya (léase Barcelona) cambiará, anuncia más inversiones e insiste en que se investigarán a fondo las causas del desastre del día, para que no vuelva a pasar. Un minuto más tarde, Rajoy aprovecha su cuota de pantalla para acusar al Gobierno de incompetente, a la vez que, en un rocambolesco giro dialéctico, consigue sacar de nuevo a debate la desmembración de España, el diálogo con E.T.A. y la asignatura de educación para la Ciudadanía. Su mamporrero, Ángel Acebes, en rueda de prensa, asegura que el Ejecutivo está ocultando datos importantísimos a les españoles y exige una comisión de invertigación en el Congreso. Cambio a los Simpson. Me da la sensación que se repiten menos.


Media tarde. Leo en las ediciones digitales de los periódicos que un hombre, en algún rincón de Valencia, Extremadura o Cuenca, ha matado a su mujer y luego se ha pegado un tiro en la cara. Continúan las inevstigaciones por corrupción urbanística en numerosos ayuntamientos del Estado. Los inputados, ediles y promotores, lo niegan todo. En la noticia de al lado, los expertos avisan que, algún día, el precio de los pisos comenzará a bajar. Más a la derecha, otra nota avisa de un nuevo incremento del Euríbor. Yo, que vivo de alquiler, no puedo reprimir una leve sonrisilla...


Al llegar a casa, tropiezo con el programa de corazón de turno en la tele. Paquirrín, que es un putero, tiene una nueva novia. La gente se escandaliza cuando se descubre que la muchacha no es más que una golfa. Se llena una hora de debate mientras se exprimen tres minutos de imágenes de la pareja, que se repiten una y otra vez. El presentador, entre grito y grito de sus colaboradores, consigue anunciar que por la noche, en un "documental" especial, se revelará un gran secreto de un famoso que lleva años criando malvas.


Llega la noche. El Telediario sigue dándole vueltas a lo que ha pasado por la mañana. El presentador, guapo como él solo, repite las noticias que me he perdido al mediodía por ver Los Simpson. Un par de cayucos han llegado a las Canarias, se esperan más en los próximos días. Lentamente, llegan las notícias deportivas. Uno de los cracks del Barça asegura, en rueda de prensa, que todos son compatibles, y que está encantado de compartir vestuario con sus compañeros. En el Madrid, Calderón se llena la boca de promesas que, o son imposibles, o le acabarán resultando extremadamente caras. Han pillado otro ciclista yonki, él dice que es una víctima, mientras que los directores de equipo reclaman los mismos controles en el resto de deportes. Rafa Nadal sigue ganado en tierra batida. Pues vale. En la sección de cultura, el estreno de la última película de dibujos animados (para adultos, claro, transgresora y divertida, pero a la vez apta para el consumo masivo de la chiquillada) y la nueva obra de teatro de Calixto Bieito o Sergi Belbel (los dos únicos autores en el Universo, creo) amenizan los últimos minutos del Telegiornale.


Me voy a la cama con mi pequeña radio, para conciliar mejor el sueño. En El Larguero, José Ramón de La Morena entrevista a Fernando Alonso, Andrés Iniesta y Luis Aragonés. Me quedo dormido, pensando que la vida es un triste bucle. Mañana será otro día. O no.

4 comentarios:

reflexions en català dijo...

Parella,

La culpa és del Figo.

Proposo una campanya de conscienciació amb el lema "Fes-ho al revés", o sigui, fot-te un tret i després ja mataràs la dona.

Salut.

Harvester Of Sorrow dijo...

La culpa, sempre, és del Figo. De fet, ell va ser el culpable de l'apagada de Barcelona, del desastre del Prat i del retard dels Rodalies. El que no entenc és que el Barça convidi l'Inter de Milà al Gamper. Amb l'entrada et donaran un cap de porc, per fer tir a l'ídem?

Totes les notícies fan pudor.

Salut!

Anónimo dijo...

La vida és apagar la televisió. Cada dia passeja gent nova sota la teva finestra.

Harvester Of Sorrow dijo...

Ostres, Ury, si que estàs poètic, avui.. ja m'agradaria a mi apagar la tele, ja, però és impossible. Ara, tens raó: el més divertit és observar la gent. Recordo quan anava a entrenar a Sant Adrià de Besòs en autobús. M'ho passava teta a la parada, mentre esperava que arribés el mític 44. Jugava a imaginar-me la vida dels meus companys d'espera. Era un passatemps genial que de tant en tant recupero. Ni Almodóvar, tu...

Salut!