martes, 24 de julio de 2007

Ganas de matar aumentando...



Me considero un tipo pacífico, aunque sólo sea por cuestiones puramente pragmáticas (en cualquier pelea, por mis características físicas, tengo un 70% de posibilidades de recibir una buena zurra), pero hay un lugar en el que la mala leche concentrada que hay en mí se libera, cual Papá Furioso Homer. Estoy hablando del coche, ese instrumento del diablo que saca lo peorsito que hay en nosotros, para que nos arranquemos los ojos los unos a los otros.


No es que sea entrar en el vehículo y que automáticamente mi piel se vuelva verde, como la del amado padre de família Simpson. Lo que pasa es que hay una serie de comportamientos que me sacan de quicio y me hacen aborrecer la raza humana. Suerte que esto no son los U.S.A y que no llevo una pipa en la guantera, que si no, ya habría dado con mis huesos en Alcalá Meco. Ahí van unos cuantos ejemplos. Os animo a que ampliéis el catálogo vosotros mismos:


-El Garrulo Fantástico: No suele tener más que un Seat León o un Hyundai Cupé (tuneados, eso sí), pero el ser en cuestión se cree en posesión de la máquina más perfecta y potente del Universo. Siempre tiene prisa, ya sea para ir a buscar a su novia al Mercadona o para ir al parque y juntar su pajarico con el de sus otros colegas para que canten. Sus años de experiencia en la carretera a los mandos de una Chuspino trucada con un tubo Metra Kit le convierten en un as del eslálom, los acelerones y la conducción temeraria. El mayor placer es cerrarle cuando te intenta adelantar por la derecha y hay un coche parado en doble fila a 15 metros. Orgásmico.


-La Disco Móvil: Suele ser una variante del especimen anterior. Su radiocassette tiene suficiente potencia como para funcionar de servicio de megafonía del Camp Nou. El garrulo lo sabe y por eso, en las calles de un solo carril o zonas peatonales, se dedica a la noble y agradecida tarea de evangelización musical. Los hay de tres tipos: el makinero (el pionero, un clásico que nunca pasa de moda); el "Bisbalero" -homosexual reprimido, sin duda; nadie en sus cabales puede estar orgullosos de que le guste "Bulería" o "Corazón Latino"- y el Latin King de pegatina, con el reggaeton a toda pastilla (música simple para gente simple, proclamo). El único antídoto posible es, yendo de peatón o conduciendo, no mirar hacia el coche, aunque te retruene toda la caja torácica con los bajos de la música. El killoconductor se sentirá confundido por unos segundos y puede que, en el próximo semáforo, suba un poco más el volumen hasta quedarse sordo del todo.


-El Bicivolador: De pequeño, aquella peli me marcó, aunque poco sospechaba que, un par de décadas después, llegaría a maldecir aquel tipo de comportamiento temerario sobre las dos ruedas. El bicivolador se suele concentrar en Barcelona, esa gran urbe cosmopolita, capital del buen rollo y del mestizaje. Suele ser un ecopijo con gran conciencia social, que ha decidido no contaminar más que a sus compañeros de oficina (oficina creativa, eso sí, que hay un nivel) con su peste a alerón sudado. Su comportamiento ecológico le otorga una especie de superioridad moral que deriva en una serie de privilegios prohibidos al resto de los mortales, tales como circular indistintamente por aceras y calzada, ignorar toda clase de improperios y, sobre todo, pasarse por el forro de los caprichos todos los semáforos. Cada vez que, parado en un cruce, un ciclista me pasa por la derecha y sigue su camino como si nada, repito un mantra que algún día se cumplirá: "ojalá pase un trailer de 18 ruedas sin frenos ahora mismo". Sí, soy malo, ya lo sé. Deténganme.


-Mamá Conductora: Solían ser personas normales antes de tener hijos, pero una estraña mutación durante el parto (quizás, producto de la anestesia) convierte a la simpática y pizpireta conductora de un Opel Corsa o similares en un auténtico peligro al volante de un monovolumen o, sobre todo, un 4x4. Futo de esta mutación, estas señoras perciben la carretera de otra maneray, sobre todo, las normas de tráfico, como en el caso de un Bicivolador, adquieren un significado mucho más relativo. Su afición más común es colapsar las áreas colindantes a un colegio o guardería (es decir, prácticamente toda la ciudad, hay escuelas en casi todas las calles) con sus vehículos en doble o triple fila para ir a buscar a sus retoños. Se ve que con el carnet de paternidad (si es que lo hay) te dan una tarjeta de inmunidad aparcantil, porque si no, no me explico la pasividad (o colaboración directa, en muchos casos) de la guardia urbana. El extra point es, por la mañana, quedarse en la granja de al lado del cole charlando alegremente al calor de un cortadito con el resto de las mamás, mientras el Cherokee, el Pajero o el Cayenne de turno sigue obstruyendo el tráfico al compás de las luces de emergencia. Este especimen suele estacionar por el mítico sistema de "aparcar de oídas", muy gracioso cuando el Jeep va coronado por detrás por una bola de enganche para una caravana inexistente.


-Prudencios: Son tipos entrañables, amables, gente de bien que sólo tiene un defecto: se tomaron demasiado a pecho aquella canción de: "Precaucióooon, amigo conductooooor, que la senda es peligrosaaaaaa". Tienen tendencia a circular a 100 por hora por el carril central de la autopista (inutilizando así el de la derecha, y obligando a adelantamientos temerarios) y normalmente suelen ser coches de domingueo ocupados con papá, mamá, hijos, abuela y loro. O son sordos, o han aprendido a no hacer ni puñetero caso de los pitos y los insultos del resto de conductores. Otro de sus lugares favoritos son las rotondas: primero meten el morro del coche tímidamente. Cuando crees que no pasarán y te relajas, y cuando te encuentras a tan sólo un par de metros de distancia, cierran los ojos, deciden que el mundo es de los valientes y pisan el acelerador. La situación se resuelve con un frenazo simultaneo y con los dos cohes parados en medio de la rotonda. Si les miras a los ojos pidiendo explicaciones, pondrán cara de besugo y se encogerán de hombros. Ni Steve Urkel con su "¿He sido yo?" resultaba tan tierno.


-The Aparkeitors: Son víctimas del Síndrome Media Market (ver este blog, dos entradas más abajo). A la hora de aparcar, tienen una gran táctica: distribuyen a cuantos ocupantes llevan en el coche por el barrio, cual gorrillas, a la caza de un sitio. Después de unos minutejos, ya tienen el problema del párking resuelto, generalmente por la esposa del conductor que, previamente, se ha tenido que encarar a dos o tres coches que intentaban ejercer su libre derecho a ocupar ese pedazo de cielo llamado sitio libre. Si la plaza es susceptible de poder acoger a más de un vehículo, estos lumbreras ya se encargan de dejar su coche justo en el medio, para que ningún otro coche pueda rayárselo en la maniobra. Si yo tuviera madera de justiciero, saldría con una navaja de Albacete a "decorar" todos estos coches de arriba a abajo. Pero como soy un rilao, escribo y me muerdo las uñas en silencio.


Nada más, os invito a completar la lista, que quedan muchos más casos por describir...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Añado a los que has puesto otros más, que de hecho podrían incluirse en algunos de los subtipos que describes. También aviso de que circulo por pueblos y el asunto tiene poco que ver con Barcelona. Pero bueno:

-El agonías que, por carretera (y a la velocidad adecuada), se te pega detrás porque él quiere ir más rápido, pero no puede adelantarte. Dos de los grandes placeres: reducir aún más la velocidad o, el mejor de todos, echarle agua del limpiaparabrisas. Fanáticos de los adelantamientos temerarios.

-El que proclama su orgullo y su derecho a ignorar las preferencias. Muchas veces glorioso y antológico. En la última ocasión, circulaba a 50 por mi pueblo cuando vi a una de esas marujas que has clavado tan bien, y que van por ahí liándola con esos todoterrenos de sus maridos, asomarse tímidamente a la vía principal. Me di cuenta de que me había visto, así que me tranquilicé. Pero sorpresa: en el último momento sale y se me cruza, con el frenazo correspondiente. Lo más psicodélico fue que me miraba sonriendo, mientras lo hacía. Lo mismo sucede con los camiones y las rotondas.

Genial. A ver si te salen más subtipos.

Harvester Of Sorrow dijo...

Juas Juas! Es verdad, el agonías! Suelen hacer uso abusivo de las luces y, si los ignoras, lo combinan con el intermitente izquierdo, como diciendo: "Tío, aparta, que aquí llega el Puto Amo". El gran placer, la explosión orgásmica, llega cuando te los encuentras 4 o 5 kilómetros más tarde, en un atasco (y tu carril va más rápido), o mejor aún, porque se les ha pinchado una rueda.

Sideral, la experiencia con la máma. Son la bomba al volante.

Por cierto, ¿eres Maik, en versión anónima, o debo darte la bienvenida?

ruth dijo...

perdona y el típico machito, porque esto SÓLO lo hacen los hombres, que sepica cuando lo adelantas porque probablemente tiene 50 caballos más que él en el coche, no porque quieras atentar contra su masculinidad y entonces empezáis una carrera absurda en que nos váis adelantando cada 10 minutos??
they suck!!

Anónimo dijo...

Molt bo, Àlex.

A mi algun dia em fotran una hòstia perquè quan em trobo algun desgraciadet a la carretera que fa alguna imprudència hi deixo el clàxon, em cago en sa puta mare i li ensenyo el dit del cor amb tot l'afecte del món.

I els andorranets que baixen a la platja els divendres a la tarda? N'hi ha que avancen encara que hi hagi fila índia i lenta. És igual, la qüestió és avançar un lloc.

Hi ha molt fill de puta suelto, però tinc la sensació que a molts d'aquests fills de puta no els enganxen mai, i moltes vegades gent innocent acaba pagant les imprudències dels 'sense cervell'.

Mateu-vos, cabrons, però feu-ho solets, eh!

Els andorranets que baixen tan cremats semblen presoners que tenen permís de cap de setmana.

Semblen el Quico quan el trec a passejar després de passar el matí al garatge. Però el Quico està content i aquests subnormalets traslladen el seu estrès i la mala llet setmanal a la carretera i després, segur, a la platja.

Salut.

Anónimo dijo...

No, era la primera vez que comentaba. Descubrí este blog porque me hizo gracia el comentario del "cuesco de salida" en los lavabos de tíos, en ese post sobre momentos ridículos del blog de Joan.

Los agonías, sí, una gran especie. Y lo de las luces es cierto. También de vez en cuando condimentado con un pitido.

¿Y las personas que no tienen claro cómo van las rotondas y se paran ahí en medio para dejarte pasar?

Anónimo dijo...

Joder, jo crec que tinc una miqueta de tot, perquè tinc un Seat León (m'ha agradat el matís) i un molt d'Aparkeitor.

Els Agonías són els pitjors, sobretot si vas a 140 i encara et donen pel cul. Això sí, la txusma es nota en els petits detalls, en els símptomes del desastre: quanta gent hi haurà que encara té l'intermitent com nou de fàbrica?

Harvester Of Sorrow dijo...

La Ruth té raó en el comentari sobre l'amenaça que suposa per a la masculinitat un avançament d'un cotxe conduït per una noia. Jo no sóc d'aquests, que quedi clar! Però tinc un amic que... jejeje.

Anónimo, gracias por visitar esto, entonces. Añado un último subtipo, quizás el más peligroso de todos: el repartidor loco. Su arma letal es un vehículo de empresa, una Renault Kangoo o una Nissan de estas más grandotas. El conductor suele ser un chico joven, con pinta de poco aseado, que conduce a toda velocidad por calles y autovías con el objectivo de acabar lo más pronto posible con su faena. Como el coche no es suyo, se la trae floja si sufre algún arañazo en la chapa. Es por eso que no dudará en meterte el morro en una incorporación o en un adelantamiento imposible. Tú, como le tienes mucho aprecio a tu coche (más que nada, porque tu buen dinero te cuesta cada mes), aunque tengas preferencia, acabarás dejándole pasar. Por descontado, las normas de aparcamiento tampoco existe para este conductor que, en los casos más extremos, no dudará en detener su vehículo -con las luces de warning, of course- en una calle de un sólo carril para efectuar su descarga. De poco o nada servirán los pitos del resto de coches atrapados en el atasco. Como mucho, te espetará, malcarado, un: "¡eh, tío, que estoy trabajando!". Y con eso se supone que ya le debes perdonar los 5 minutos que te ha robado de tu vida.

iona76 dijo...

Només un petit incís sobre la conducció dels andorrans... (consti que NO sóc andorrana, eh!)
És cert que corren molt, avancen com si no volguéssin viure més (ni que tu ho continuïs fent), però la conducció urbana és completament diferent: cedeixen el pas, deixen passar sempre als peatons als passos, quan dos carrils es converteixen en un sempre va un cotxe de cada carril... la seva conducció és molt més educada que la que trobem a Barcelona o a qualsevol altra ciutat. Sempre et trobes algun tipus dels que heu descrit fins ara, però per lo general es va força millor.

Anónimo dijo...

Parella, què passe?! que vas estressat o què? L'altre dia et vaig veure pel 33, en una entrevista amb l'Abel Buades. Estàs fet un xaval, eh?

Laia: s'hauria de fer un estudi per intentar saber a què és deguda aquesta diferència entre la conducció 'nacional' i la 'internacional' dels conductors andorrans.